¿Has escuchado la historia de la taquería de la esquina? Te la resumo:

Juan va caminando y al ver un local en el rincón de la calle con un letrero de “se renta” se le viene a la cabeza una gran idea, ¡ese lugar sería perfecto para un negocio de comida! Sin embargo, sigue su camino. Al día siguiente, Laura va en su automóvil y observa el mismo local con el mismo letrero, y piensa algo similar a Juan, ¡ese espacio es excelente para poner un restaurante! Pero tan pronto se pone el semáforo en verde, pisa el acelerador sin mirar atrás. Unas semanas después, Pepe, distraído, choca con una parte del local y al ver el letrero, visualiza que ese sitio es idóneo para abrir una taquería, anota el teléfono en su celular y llama de inmediato, pide informes y tan sólo en cuestión de días realiza la inauguración. A los pocos meses recupera su inversión y se encuentra ganando una muy agradable suma de dinero.

Pero… ¿por qué Pepe es el que está disfrutando el resultado, cuando Juan tuvo la idea mucho tiempo antes? Porque una idea sin acción no tiene valor.

Puedes pensar que tu pareja no valora tus sentimientos, no obstante, ¿hace cuánto que no se los has expresado?

Tomar acción puede dar miedo, porque el hecho de que implementes acción no te garantiza que todo saldrá bien, la única forma de saberlo es haciéndolo. Puedes aumentar la posibilidad de obtener el resultado deseado si te enfocas en aumentar tus probabilidades. No vas y le das un beso a la chica o chico que acabas de ver pasar y te gusta, le saludas, le coqueteas, le pides su teléfono, la invitas a salir, tienen una plática interesante y cuando sientes la conexión, entonces tomas acción. Cada acción previa, por más pequeña que haya sido, fue sumándote puntos por así decirlo. De tal forma que ahora tienes un 80% de ser correspondido y un 20% de ser rechazado. Tomar una decisión así es mucho más fácil.

Las preguntas son poderosas, antes de tomar una decisión importante, puedes cuestionarte: Si tomo esta decisión, ¿a dónde me podrá llevar? Si existe la posibilidad de que te lleve al lugar deseado, ¿no vale la pena el riesgo? Y su contraparte (porque no tomar una decisión también es una decisión), si no tomo acción, es decir; si no lo hago, ¿a dónde me podrá llevar?

Es importante considerar que debes de tener claro aquello que deseas. Digamos que tu objetivo es ser futbolista y alguien te invita a jugar golf, ¿qué dirías? ¿Te acerca a tu deseo? Evidentemente no, al menos no de forma directa. Pero dime, ¿qué pasaría si te dicen que asistirán varios directores técnicos de importantes equipos de futbol? Ahí cambia la cosa, obviamente te beneficia tener contacto con alguno de ellos. La información es poder, antes de decir “no” o “sí”, asegúrate de conocer todos los detalles que puedas.

La verdad es que nunca sabes a dónde te puede llevar una acción, cada decisión que tomas abre una ramificación de tu destino, lo modifica. En cambio, si no tomas acción, hay un 90% de probabilidades de que nada cambie, inclusive de que todo empeore. No hay nada estático, o te acercas a tu deseo o te alejas de este.

Cada vez que te encuentres en una encrucijada de si hacerlo o no, de ir o no… hazte esta pregunta; ¿esto me acerca de algún modo a mi objetivo?

Por último, me gustaría finalizar el capítulo agregando que no todo es blanco o negro, que Juan y Laura no hayan puesto la taquería, no quiere decir que perdieron una oportunidad, tal vez simplemente el ser dueños de un restaurante no era su deseo. Grábate esto: todo aquello que hagas sin pasión, fracasará.

No gana aquel que tiene la idea, sino aquel que la aplica.

¿Qué acción vas a tomar hoy, en este momento, que te acerque a tu deseo?